domingo, 6 de junio de 2010

Aprendizaje y competencias

En el marco de la Sociedad del conocimiento y de la aldea global a la que ya pertenecemos debemos estar conscientes que sobrevivir en esta especie de jungla debemos ser competentes y no competitivos, pues como lo señala Barnett en los límites de las competencias, una persona competente es aquella que moviliza sus atributos “competencionales” bajo una verdadera praxis; es decir, bajo un proceder basado en diferentes formas de saber. Y como lo complementa Eduardo Arias, debemos apostarle a una formación sustentada en el aprendizaje personal y colaborativo.

Lo anterior nos conduce a reflexionar que el ámbito laboral debe ir abandonando gradualmente su esencia pragmática (hacer) que la ha caracterizado por siempre e ir trascendiendo a una filosofía humanista en la que la pregunta -que se hace Xavier Vargas- sobre ¿cómo operar el mundo sin comprenderlo? Esta cuestión nos debe motivar entonces a formar estudiantes que sean capaces sí de manipular; pero también, tomar decisiones sustentadas en conocimientos y apoyadas en actos de interacción colaborativa y mediadas por algunos valores. Por otro lado, es pertinente vincular al ámbito laboral con el educativo ya que los estudiantes tarde o temprano serán los responsables de ejecutar actividades laborales y si las ejecutan en forma argumentada y con sentido humano lograran excelentes resultados.

Pero, entonces surge otra pregunta, ¿Cómo formar este tipo de individuos? La receta no se tiene, pero sí se pueden ofrecer alternativas así, podemos iniciar por preparar a los estudiantes para resolver problemas que requieran de la toma de decisiones en forma autónoma y reflexiva situándolos en realidades próximas a las reales y cuestionándolos exhaustivamente acerca de su postura con la idea de retroalimentarla y dotarles de un mayor número de elementos que hagan de sus decisiones más consistentes. Lograr esto, fortalece la noción de competencia que tenemos al recuperar que las competencias –como lo dice Perrenoud- no se reduce a conocimientos y tampoco están desprovistos de pensamiento y reflexión, sino que hay que anclarle otros atributos intrínsecos como las habilidades y los valores.

Atributos que como lo rescata Gonczi, deben imbricarse en “la cultura del lugar de trabajo” . Pero cuando se habla de trabajo, no debemos ser ingenuos y creer que debemos capacitar el estudiante para ello, sino capacitar desde el enfoque de las competencias tiene otra connotación; es facilitar que el estudiante se vuelva capaz de enfrentar una situación problemática determinada utilizando el recurso del saber hacer pero acompañado de elaboraciones discursivas elaboradas. Esta idea más elaborada de competencia, también nos convoca a entender que los términos que típicamente usamos son más complejos; así, los saberes que identificábamos sólo como conocimientos debemos relacionarlos también con las habilidades y los valores, toda vez que éstas últimas contienen en su seno conocimientos a partir de los cuales se manifiestan las acciones de los sujetos. De esta forma, los saberes han de entenderse como unidades cognitivas que nos permiten, sobre todo, comprender la realidad y actuar en consecuencia de una determinada manera (Barnett).

Con esto último me invade una pregunta, ¿cómo puedo conducir a los estudiantes hacia el logro de competencias; pues aunque ya lo había pensado que se puede lograr problematizando los contenidos temáticos, ahora con Ana María prieto lo reafirmo al coincidir con ella que hay que meter en conflicto cognitivo a los estudiantes. Pero meter en este tipo de conflicto a los alumnos implica introducirnos en su “humanidad” revisando sus emociones y la motivación que los moviliza hacia la acción de ciertas prácticas. Aunque esto suena viable, recupero las palabras de Edgar Morín cuando afirma que el hombre es un ser complejo en autoconstrucción y que se ve envuelto en una vorágine de circunstancia y emociones que lo hacen actuar en forma diferente y para muestra que más podemos poner como evidencia que la forma de aprender de nuestros estudiantes. Para concluir, retomo la pregunta central que permea el presente escrito:

¿El aprendizaje es algo tan trivial que se puede observar y medir con base en unas simples preguntas a propósito de unos contenidos cualesquiera? Por supuesto que no, requiere de todo un análisis histórico que recorra los diferentes paradigmas que abordan y conceptualizan el aprendizaje, de un estudio epistemológico y hermenéutico de los diferentes supuestos que se manejan para explicar la naturaleza, la dinámica y los alcances y limitaciones del aprendizaje. Como colofón agrego la siguiente cita Saber conocer y saber hacer resuelven la tarea humana de saber el qué y el cómo, pero de ninguna manera alcanzan para resolver social y éticamente él con quién y el para qué. Para ello, se necesita –en palabras de Delors- saber convivir y saber ser.

Concepciones del aprendizaje

Hablar del logro de aprendizajes es muy complejo y sea poco o muy significativo un aprendizaje no depende exclusivamente del maestro, ni de las estrategias educativas, ni del programa, ni de la institución, sino del propio interés del estudiante, toda vez que en el paradigma del constructivismo el estudiante es el responsable de su formación vía el acompañamiento permanente del docente. Por lo tanto, el aprendizaje se encuentra dentro de un continuo que va de la memorización a la significación y del discurso al descubrimiento. De ahí que desde mi postura personal considero que son las concepciones Aprendizaje por descubrimiento, Aprendizaje significativo, Psicología cognitivista, Constructivismo, y Socio constructivismo de las que abreva el enfoque por Competencias de la Educación. Tal afirmación la respaldo en el siguiente orden de ideas recuperadas de las concepciones mencionadas en el orden descrito:

- Un estudiante cuando interactúa con el objeto de conocimiento desarrolla mejor su pensamiento divergente estableciendo múltiples relaciones por lo que descubre aprehendiendo, comprendiendo, explicando y aplicando en forma de espiral ascendente.
- El paradigma cognoscitivista recupera ideas de los diferentes tipos de constructivismo y teorías cognitivas; así Ausebel y Novak aportan lo suyo al resaltar la importancia de los saberes previos que a través de su modificación es posible que el aprendizaje sea más efectivo.

- Con el cognitivismo se aprovecha el hecho de que una persona aprende mejor si problematiza –el problema es el que organiza los conocimientos- el objeto de conocimiento y su aprendizaje será mejor si se elabora un ambiente motivador, facilitador y detonador de procesos cognitivos

- El constructivismo de Piaget capitaliza la propuesta de “el estudiante es el responsable de la construcción de sus aprendizajes mediante la interacción del medio y a través de la acomodación de los esquemas de conocimiento.
- Y el socio constructivismo RESUME EN BUENA PARTE LA PROPUESTA DE LAS TEORÍAS ANTERIORES y enfatiza en el carácter gregario del ser humano; el aprendizaje se logra con la interacción social y el trabajo colaborativo.


Como colofón comparto la siguiente reflexión: Las competencias no se adquieren, ni se construyen de pronto y de la nada, sino que se desarrollan a partir de organizaciones de esquemas de acción anteriores, de la misma manera que los nuevos conocimientos no se construyen, sino a partir de unos conocimientos anteriores. Entendido así, tanto las competencias como los conocimientos nuevos son el resultado de la transformación adaptativa de los esquemas de acción. Por acción entendemos aquí no sólo la actividad física externa del sujeto, sino el conjunto de operaciones afectivas, cognitivas y conductuales que se ven comprometidas en el proceso de encarar la realidad y actuar en ella.